viernes, 20 de mayo de 2011

AÑORANZAS DEL PASADO

AÑORANZA DEL PASADO
3º Premio de redacción: XVII CERTAMAN LITERARIO
Conchita nació en el establo llamado el “Apero de los fideos”, cuando sus padres hacían la campaña de la monda Motrileña. Digo de Motril, porque hacía una veintena de años, el “Apero”, pertenecía a Salobreña.

Una crecida del Guadalfeo en el mil novecientos diecisiete, rompió por la presa, quedando el ”límite natural”, por el cauce del río actualmente.
Al acabar la campaña de la caña, su familia se quedó definitivamente en Motril, donde ella fue creciendo a la vez que el pueblo, también fueron surgiendo barrios nuevos.
Ella, como otra niña más del pueblo, fue pasando sus etapas de juventud con sus estudios, hasta que un buen día su padre se colocó en los autobuses Graells y se tuvo que ir con su familia, a un pueblo de la periferia de Granada.
Conchita era buena estudiante y allí lo tenía más fácil ir ha estudiar periodismo en la
Universidad.
La madre de Conchita administraba un estanco en la ciudad de Armilla, y algunas veces ella le ayudaba. De ahí, llegó el conocernos cuando yo fui a hacer la mili voluntario en aviación y pasaba por el estanco para ponerle sello a las cartas.
Acababa yo de cumplir entonces dieciocho años y ella dieciséis. Éramos unos adolescentes.
Para mí, ella era una joven aplicada y sociable. Supe en seguida que era la mujer predestinada para mí.
Recuerdo aquella primera visita, en realidad yo era muy tímido y me ayudó mi compañero de litera Palacio.
Palacio era muy ligón y siempre conseguía salir con la más guapa. Poseía una habilidad de hechizo hacia las mujeres, ante lo cual, no se podía hacer nada.
Todas quedaban embrujadas sobre sus brazos. Confiando en él, me ofreció la idea de poner un ramo de violetas en el tirador de la puerta de Conchita, que vivía en una casa de planta baja. Pensé, picarescamente, tocar el timbre, ocultarme y percibir cuando saliera a coger las flores, y observar a ambos lados, indagando sobre quién sería el romántico joven que hacia tan precioso gesto.

Pero mi sorpresa fue, que en lugar de salir tú, fue tu papaíto quien se asomó a la puerta y vio el ramo de violetas.
Cogió el ramo con indiferencia, mirando en ambas direcciones y enfurecidamente destrozó las flores que yo a su hija ofrecía. Pues menuda sorpresa tuve que soportar.
Un tiempo después de aquel desengaño, me surgió la idea de llevarla de paseo por el Aeropuerto, aunque el frío de la época nos calara hasta los huesos, para después ir al cine, aunque mis recursos no daban para mucho.
En aquel momento de valor y audacia, fui hasta su casa, toqué a la puerta y me atendió su mamá. En realidad, nunca poseí mucho coraje, pero en ese instante creo que derroché todo mi valor. Así lo creí yo, pero empezó mi voz a tartamudear y las manos no dejaban de temblarme quedándome enmudecido; me di cuenta de que no podría invitarle al menos en aquel momento.
Por ello le pedí disculpas, como era debido, esperando que fuera razonable el hacerlo. Siempre pensé que me iba a rechazar; la veía como la luna rodeada de estrellas, flotando sobre las nubes colmadas de misterios; pero sin poderla alcanzar.
Después dejé volar mi pensamiento y volví a buscarla unos días más tarde.
Nadie contestó, ¡No era mi día de suerte! Cuando tomo una decisión no hay quien me pare. Al otro día volví, al otro y al otro, en balde. A la semana siguiente me personé otra vez y me sentí aliviado al oír los pasos que se acercaban desde el interior.
Al abrir, me encontré con una anciana que no me conocía. ¿Que desea joven…?. –Me preguntó-
Le respondí que buscaba a Conchita, creí que era su abuela, y me contestó que no estaba. Que se había ido a vivir muy lejos. Bueno, en verdad, lo único que me dijo era que se había marchado. A mi se me nubló el cielo, pero daba lo mismo, ya se había ido de mi vida.
Esta vez lloré por ella; me sentí anímicamente mal; a mí me trasladaban al otro día a Málaga y tenía miedo de perderla para siempre.
Pasado algún tiempo, poco apoco pensé seguir viviendo mi juventud y encaminar mi vida por otro rumbo.
Luego encontré a mi novia, la que posterior fue mi esposa: tuvimos hijos, trabajo duro y sueños que se desvanecieron, cuando ella sufrió una enfermedad durante doce años y después de todo, se fue para siempre, quedando sueños que no se pudieron cumplir.
Pasados unos años, llegaron las ganas de seguir viviendo y a veces… añoranza. Añoranza por una determinación que no supe tomar en su momento: al no verla por última vez, por no poder decirle lo que sentía, por no poderle robar ese beso que siempre me intrigó que me hubiese sabido a menta fresca y delicioso tacto.
Se que suena a infantil a esta edad, pensar que pueda durar tanto el amor o la decepción que son tan fugaces en la temprana edad. Pero a mí me fue difícil olvidar.
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Duermo… y en mis sueños…después de sesenta años, estoy orgulloso frente a mis recuerdos, con este ramo de violetas, que en su día no llegó a tus manos, temblando aún como a los dieciocho años.
Hace unos años, cuando me encontré con Palacio, aquel que estaba en la mili, el que me ayudó cuando te escribí la carta y tú por cierto me contestaste con una linda postal, en la que había un barbero afeitando a un soldado sentado en una lata de sardinas puesta de canto, en la que me identificabas con el oficio (es que había que ganarse unas pesetillas), no me pude contener y le pregunté si sabía donde vivías.
Apunté tu dirección en mi postal, la que ha sido durante muchos años mí tesoro mejor guardado. Desde hace un tiempo, empecé a soñar con ir a buscarte. ¿Te das cuenta que hablo de años como si fueran horas?, ¡Cuanta angustia produce la imaginación de un reencuentro con alguien que ni siquiera sabes si te corresponderá y el intenso anhelo de que sea una realidad!
La que te eche la mano por el hombro y te mencione y no tener otra obligación ni inquietud que no sea compartir nuestra vida y la felicidad.
-He educado a mis hijos para que vivan lo mejor posible, es un deber, y lo hice minuto a minuto-
Hace un tiempo comprendí que lo correcto, era desacertado para mí. ¿Hasta cuando uno debe sacrificarse por los demás si ya cada uno tiene su vida resuelta?
Por ello descargué toda la angustia de mi alma, en mi delgado cuerpo. ¡Dios mió! ¡Qué libre se siente uno! Unas horas viajando para recorrer cincuenta y ocho años de ambición no es mucho.
Llegué a la estación del autobús, porque mis finanzas no han variado demasiado… lo sé, no he sido adinerado en mí vida. Mis hijos tal vez puedan serlo. Me vestí con mi mejor traje, tú te lo mereces todo. Antes de abandonar mi casa les aconsejé a mis hijos que no tomaran mi conducta en cuenta.
Se quedaron pensando entre ellos que me había vuelto loco, pero no soy un mayor demente, mi mente está clara y mi corazón impetuoso como a los dieciocho años. Espero que me comprendan.
Las violetas las compré en el puesto del mercado, la chica me observó mientras me las preparaba. Antes me hubiese abochornado por comprar un ramo de flores a los setenta y cuatro años, pero ahora no, tengo el derecho de hacerlo.
Comencé a peregrinar por las calles para localizar tu casa. Cuando te vi. ¡Dios mío!, no habías cambiado nada, es cierto, entonces eras un ser adolescente para el que el tiempo no ha pasado. Tu hija me miró ante la cara de infeliz que seguramente puse al preguntarle si eras tú. Me abrazó y medió un beso en la cara y me preguntó si yo era… ¡me sentí dichoso! Encontrar esa persona a quien tanto quieres te recuerda y habla de ti… ¡Me dijo donde estabas… y me aproximé para decirte esto de una sola vez! Ahora lo saben, también mis hijos, y creo que mis nietos. Es que cuando me decido… lo hago con fuerza. Viene tu hija, y además el autobús sale en breve. No quiero que se me escape ese también. Debo irme, dejo las violetas en este florero. Tu hija las colocará como corresponde. Solo una cosa más. Me agradaría darte un beso, un beso sedoso en tus labios. Se que no es aconsejable. Pero si pudiera traspasar la estela que te oculta, sentirías el afecto que guardé toda mi vida. Y ahora se que nunca podré demostrártelo.

jueves, 27 de enero de 2011

ENTRE DOS MARES

ENTRE DOS MARES

Que bonita Andalucía
con las nieves en su altura
engalanada está en el Sur,
como una flor blanca y pura.

Esta mezcla de cultura
que en Andalucía a quedado
los pueblos del Este y Sur
en los años que han estado

Eres pionera en España;
en monumentos, la mejor
hortaliza, cereal y aceite
de calidad superior.

Escritores y pintores
que en esta tierra han nacido,
y también descubridores
que de Santa Fe han. Partido.

Capitulación en mano
a, Palos de la Frontera,
para cruzar el Océano
y llegar al Sur de América.

Arenas blancas y grises
que las olas van arrastrando,
del Atlántico al Mediterráneo
Por el Estrecho van cruzando.

Con estas playas templadas
que son amenos reclamos
y sus aguas transparente
que todos las disfrutamos.

domingo, 23 de enero de 2011

25 de noviembre

La violencia de género
no se puede tolerar,
en el siglo veintiuno
a la mujer hay que respetar.

Cuidadlas y apoyadlas
a salir de la indignidad,
que nadie debe creerse
que son de su propiedad.

Nacen y envejecen, como
toda la humanidad,
para que unos asesinos
sieguen su libertad.

Sin dar explicaciones,
sin remordimientos, sin piedad,
imponiéndoles un castigo
que no debemos tolerar.

En el mundo, en España
no nos podemos permitir,
que sólo por ser mujeres
las condenen a morir.

miércoles, 19 de enero de 2011

EL DISPARO:

El disparo que no impacto,
lo mejor que pudo pasar,
la mañana era apacible
el viento dejó de silvar.

El pájaro cantaba bajito
no se podía ni escuchar,
celo tenía el del campo
al fisgón le quería pegar.

Se tantearon las fuerzas
no se pudieron picar,
la jáula los protejia
y optaron por terminar.

Apeándose de la peña,
y co coraje sin parar,
con las plumas encrespadas
emprendió a caminar.

Le apunté con la escopeta
yo, no le quise disparar,
por la astucia del istante
su vida pudo salvar.

Confiando en mi certeza
para el gatillo apretar,
cuando salió el disparo
él había hechado a volar.